Estimados hermanos:
Este tiempo de Navidad y fin de año, siempre nos permiten, más allá del trajín propio de estas fechas, dirigir la mirada al pesebre y descubrir en él un mensaje que siempre nos sorprende y renueva. En la recreación de la gruta de Belén que cada año preparamos en nuestros templos y casas, se esconde un profundo significado, que solo a quien esta dispuesto a atender desde el corazón se le revela.
Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein), tiene una hermosa reflexión de Navidad que me ha parecido bueno compartirles y que nos invita por sobre todo, a una verdadera conversión del corazón, capaz de recibir el gran Don de esta Navidad.
“…el Niño divino se convirtió en el Maestro y nos dijo qué debemos hacer. Para impregnar toda una vida humana de vida divina no basta con arrodillarse una vez al año ante el pesebre y dejarse conmover por el encanto de la noche santa. Es preciso transformar la vida en una continua oración, escuchar al Señor, alimentarse de Él. “Éste es el pan vivo, que descendió del cielo”. En aquel que realmente lo hace ser su pan cotidiano, se realiza diariamente el misterio del Nacimiento, la encarnación del Verbo. Si en nuestra vida el Niño encuentra espacio y libertad, tendrá lugar en nosotros un auténtico cambio de mentalidad. Llegaremos a ser cada vez más sensibles en nuestra capacidad de distinguir qué le agrada y qué le desagrada, porque Él nos dará su Espíritu que a todos nosotros nos enseña la verdad.”
¿Qué espacio debo dejarle al Niño de Belén en mi corazón?,¿cómo hacer para que cada día sea más mi “pan cotidiano” este divino Niño?
Siempre el Señor nos invita a la conversión del corazón y cuanto más en estas fechas; el Papa Francisco nos lo recordaba estos días en un hermoso y profundo mensaje a la Orden, con ocasión del Jubileo por los 800 años, la importancia de convertirnos: “abandonar lo que nos ata y asumir su cruz”:
“Queridos hermanos y hermanas: el Señor Jesús les mostrará un camino hermoso, por donde transitar con un espíritu renovado. Podrán hacer crecer el don recibido - personal y comunitariamente-, entregándolo y entregándose completamente, como el grano de trigo que si no muere no puede dar fruto (cf. Jn 12,24). Pido al Señor que les dé la fuerza para abandonar lo que les ata y asumir su cruz, de modo que dejando el manto y agarrando su camilla (Mc 10,50; 2,-12) puedan seguirlo por el camino y habitar en su casa por siempre.”
La necesaria renovación que nos pide el Papa, la empezamos desde la sencillez y humildad que se nos regala en Belén. En la contemplación silenciosa del Verbo hecho carne, podemos comprender cuan profundo es el Misterio de la Noche Santa de Navidad y como siempre será una interpelación profunda a nuestra consagración y seguimiento al Señor.
Vaya para cada uno de ustedes y comunidades un fraterno saludo de Navidad y mis mejores deseos para el año que pronto iniciamos, que la alegría por el nacimiento de Cristo, nos renueve el corazón en la esperanza y la fe, para que podamos como familia redentora celebrar con santo gozo los 800 años de nuestra Orden.
En Cristo, fraternalmente.
Fr. Ricardo Basilio Morales Galindo. O. de M.
Provincial.