¿Es posible? - Reflexión para San Ramón
¿Es posible?
Reflexión para San Ramón
Preguntarse todo cuanto diga relación a la vida de la persona humana, por ejemplo ¿por qué existo? ¿para qué he venido a este mundo? ¿qué sentido tiene la vida?, son preguntas cruciales para la vida del hombre, sin embargo la profundidad que se le puede propiciar a estas interrogantes en clave creyente son aún mayores, pues la pregunta no se cierra en un humanismo inmanentista, sino que abre la perspectiva hacia una esfera de trascendencia, y permite que las interrogantes tengan una perspectiva de eternidad. La pregunta ya no tiene el propio yo como respuesta, sino que es en Dios donde la encontramos. Es Dios quien se instala en la vida del hombre como su propio horizonte de comprensión vital, es Él quien se convierte en “lámpara para nuestros pazos”, pues ilumina la realidad que habitamos.
Una vez que en clave creyente somos capaces de mirar nuestra vida, ya no la entendemos desde la teoría, sino que la comprehendemos desde la gratuidad, pues se vive y asume como regalo. La vida se hace expresión clara de la donación de Dios. Es Él quien nos ha traído a la existencia con un propósito claro y preciso: ser horizonte donde entregar amor. Las palabras del papa Benedicto XVI en esta línea son claras y elocuentes: “No somos el producto casual y sin sentido de la evolución. Cada uno de nosotros es el fruto de un pensamiento de Dios. Cada uno de nosotros es querido, cada uno es amado, cada uno es necesario”.
Ahora bien, si es cierto que Dios nos ha llamado a la vida y lo ha hecho por amor, no es menos cierto que ha proyectado nuestra realidad con un propósito claro y preciso. Dios no ha querido hacer de la vida un don para que se cierre en si mismo, sino para hacer nueva y posible todas las cosas, pues con nosotros, sus instrumentos ha querido y quiere construir un nuevo mundo.
Muchas veces repetimos una verdad teológica que tiene gran fuerza de fe: el propósito de Dios es que “todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1 Tim. 2,4). Sin embargo, es necesario que esta verdad se haga expresión de fe en la vida cotidiana de cada uno de nosotros. Si creemos que nuestra vida es un regalo, un don, no hemos de olvidar que lo es para la posibilidad. Nuestra vida en Dios se traduce en vivir el “don de la posibilidad”
¿qué cosa es posible?
En estos días hemos estado reflexionando y lo hacemos con fuerza cada 31 de Agosto, en la memoria festiva de San Ramón Nonato, lo que significa el regalo de la vida, sobre todo cuando este gran santo mercedario nos evoca de modo admirable la presencia de Dios en el caminar de los hombres. Este heroico hombre de fe nos recuerda que precisamente, cuando parece que la vida ya no es posible, cuando los signos de muerte son evidentes, cuando ya no hay esperanza, cuando la desazón y amargura se apoderan de nuestra historia, es justo allí cuando Dios “hace nueva todas las cosas”. En el vientre de una madre muerta ya no cabe la posibilidad de encontrar vida, mucho menos se engendran posibilidades desde el silencio frio de un cadáver, pero por el contrario a las expectativas humanas Dios, crea desde su gracia las posibilidades. De un vientre sin vida, sale un hombre lleno de vida, del sin sentido, es Dios quien llena de sentido.
El regalo de la vida en Ramón Nonato, el cultivo de la misma y la gratitud y entrega de ella, hizo que el don de la vida se tradujera en una respuesta: ser “santo”.
Cuando la pregunta qué cosa es posible cuando hablamos de vida como don y hacemos un alto en nuestro agitado caminar, podemos encontrar como respuesta una gran afirmación: “yo también puedo ser santo”
En nuestra historia actual, son muchos los gritos de desesperanza y dolor, de sufrimiento y cautividad; parece que no es posible nueva vida, mucho menos podemos pensar que la Iglesia pueda ser instrumento de bondad, sin embargo el ejemplo que Dios en San Ramón nos propició habla por sí mismo. No son las meras apariencias las que definitivamente hablan de lo que Dios hace, no es el espectáculo y gritos de los profetas de calamidades los que han de orientar nuestra vida. Si dejamos espacio a esta nutrición, no nos quepa duda que el resultado de la ecuación entre desesperanza y dolor, no será sino el inmovilizador frio y silencio de la muerte.
El creyente, el católico, el mercedario es quien es capaz de mirar y comprender los signos de los tiempos como signos de Dios, quien asume su vida como regalo de Dios y hace posible en la propia existencia la santidad a la que fue llamado. El creyente del siglo XXI es quien no mira desde el silencio temeroso, sino el que grita desde el Evangelio que renueva.
Que la gracia de Dios, nos llene de vida, como lo hizo con San Ramón Nonato. Que como él, cada uno de nosotros, amantes de María y nutridos de la Eucaristía, hagamos de nuestra vida “un don de la posibilidad”: ser santos.
Provincia Mercedaria de Chile
Aniversario Fundación de la Orden de la Merced - Fray Ricardo Morales
Aniversario Fundación de la Orden de la Merced - Fray Ricardo Morales
Santiago, 10 de Agosto de 2012
Año 794 de la fundación de la Orden
Estimados hermanos:
Por estos días estamos terminando el VIII Encuentro de formadores de América Latina y el Caribe, que le ha tocado a nuestra Provincia preparar y organizar, ha sido la oportunidad de dar gracias a Dios por la posibilidad que nos ha regalado en torno a pensar el acompañamiento que estamos realizando a nuestros formandos y por otra parte a reflexionar sobre temáticas como la madurez en la vida religiosa, que se nos presentan como tareas siempre prioritarias. Agradezco a todos quienes han puesto de su parte para que este Encuentro resultara un éxito, una vez más nuestra Provincia ha salido bien evaluada en su responsabilidad y capacidad de sacar adelante desafíos como este.
Celebrando hoy un aniversario más de nuestra Orden, quisiera enviarles un saludo en el Señor y animarlos a seguir manteniendo vivo ese espíritu fundacional que un 10 de agosto de 1218, vio florecer nuestra amada familia religiosa.
Somos conscientes que el don que Dios ha hecho a su Iglesia con nuestra Orden, va más allá de una comunidad religiosa que intenta seguir a Cristo. Nuestra Orden ha entregado a la Iglesia un carisma que nos habla del gesto redentor de Cristo, y que nos enseña a ser imitadores del Redentor.
Sabemos que como mercedarios, por nuestro cuarto voto, hemos quedado configurados con Cristo Redentor que por el acto supremo de la caridad, nos ha redimido de la esclavitud del pecado. Es así que en el espíritu del cuarto voto nos comprometemos a dar alegremente la vida, como Cristo la ha dado por nosotros.
En el libro “La Orden de Santa María de la Merced. Síntesis Histórica”, del año 1997, se nos dice: “El 10 de agosto de 1218, se constituyó oficialmente la nueva Orden Religiosa Redentora de cautivos, con toda solemnidad y notoriedad, en el altar mayor, erigido sobre la tumba de santa Eulalia, de la Catedral de la Santa Cruz de Barcelona. El obispo Berenguer de Palou dio a Pedro Nolasco y compañeros la vestidura blanca que llevarían como propia de la Orden…Luego Pedro Nolasco y los primeros mercedarios emitieron allí mismo, delante del obispo, la profesión religiosa”. Este acontecimiento eclesial y civil del siglo XIII, es para nosotros mercedarios del siglo XXI, una oportunidad para renovarnos en nuestra consagración, pues lo que llevó a Nolasco a poner por obra la inspiración de la Virgen, nos debe también conducir a nosotros a descubrir dónde la cautividad nos reclama.
Nuestro cuarto voto nos exige que, unidos con Cristo Redentor, nos ofrezcamos al Padre por la liberación de los hermanos que se encuentran en peligro de perder la fe, en situaciones de cautividad. Una exigencia siempre presente y actual para nosotros.
Quisiera invitarlos a que nuestra vida mercedaria sea para nuestro tiempo un mensaje de libertad para los cautivos, que hagamos presente la redención de Cristo, que podamos vivir en profundidad los elementos fundamentales que dieron origen a nuestra Orden. Para que siguiendo el camino que Nuestro Padre ha trazado en la Iglesia, actualicemos su misericordia, conservemos el precioso patrimonio de la Orden e invoquemos como Madre nuestra a la Virgen de la Merced, redentora de los marginados, oprimidos y cautivos.
Para todos los religiosos y laicos de nuestra familia mercedaria, un ¡feliz día de la fundación de la Orden!
Fraternalmente en el Señor.
Fr. Ricardo Morales Galindo. O. de M.
Provincial.