3° Domingo durante el año. Comentario del Evangelio
Provincia Mercedaria
de Chile

3° Domingo durante el año. Comentario del Evangelio

Sábado 20 de Enero, 2018

 
El evangelio de San Marcos es el más breve de los cuatro evangelios y tiene sólo 16 capítulos. Contiene el texto de hoy, un anuncio importantísimo y una llamada a la conversión. Luego hay una invitación a los primeros discípulos que son también los primeros en responderla.

3° DOMINGO DURANTE EL AÑO (B)

AÑO JUBILAR DEL OCTAVO CENTENARIO DE LA ORDEN DE LA MERCED

                Ha concluido la visita del Papa Francisco a nuestra patria. El significativo evento se inició el lunes 15 de enero cuando aterrizó el vuelo Alitalia a las 19.14 en el aeropuerto de Pudahuel que trasladó al ilustre visitante desde Roma a Santiago de Chile. La expectación creció cuando empezó a descender el mismísimo Papa Francisco. Al pie de la escalera del avión lo esperaba la Presidenta Sra. Michel Bachelet. Luego fue saludando a las autoridades presentes y a los obispos y público que lo esperaba. Un saludo musical a cargo de un grupo de niños y luego abordó el auto oficial que lo conduce a una parroquia de Pudahuel para visitar la tumba de Mons. Alvear, llamado “el obispo de los pobres”. El Santo Padre se hospedó en la Nunciatura Apostólica. Los tres días de su visita se desarrollaron de acuerdo al programa previsto para Santiago, Temuco e Iquique. El mayor despliegue de la visita se centró en la capital. Nos ha impresionado la sencillez y cercanía del Vicario de Cristo, la fuerza de sus gestos y la dimensión profética de su palabra. Fue bien acogido por el sacrificado pueblo de Dios que debió superar varios elementos que pertenecen a la estrategia del complejo escenario que la comisión debió resolver como, por ejemplo, las largas esperas, los traslados, las temperaturas, las condiciones de seguridad, los movimientos de ingreso y evacuación de los recintos destinados a los actos masivos de la visita. Sin embargo, no cabe duda que la presencia del Papa tiene ese “no sé qué”, ese imán o magia que solo verlo, escucharlo, saludarlo, etc. produce una sensación de alegría, de emociones, de plenitud. La visita del Papa Francisco acontece en un Chile en cambio, con acentos muy distintos a los que vivimos en la pasada visita de San Juan Pablo Segundo en 1987. Por lo tanto, no se puede comparar ambos eventos eclesiales. Ha sido una visita en este siglo XXI con vertiginosos cambios, con un proceso de secularización invasivo, con realidades eclesiales lacerantes como han sido los abusos de menores por parte de miembros del clero. El Papa Francisco ha sabido situarse y ha mostrado la firmeza de sus decisiones. Un acento fuerte ha sido el contacto y la preocupación de las realidades sociales como los emigrantes, los pueblos originarios, las mujeres encarceladas, la obra del Hogar de Cristo, etc. Es el momento de dar gracias a Dios por este regalo que nos ha hecho a través del Papa Francisco. Y como él mismo dice, oremos por él para que siga animando esta Iglesia que debe evangelizar una sociedad y cultura en cambios.

 

PALABRA DE DIOS PARA HOY

Jonás 3, 1-5.10    “Al ver todo lo que los ninivitas hacían para convertirse de su  mala conducta, Dios se arrepintió de las amenazas que les había  hecho”

Sal 24, 4-9                           Muéstrame, Señor, tus caminos.

1Cor 7, 29-31                     “Lo que quiero decir, hermanos, es esto: queda poco tiempo”. 

Mc 1, 14-20                        “El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca”.

                “El magno e inefable diálogo entre Dios y el hombre que constituye nuestra religión supone en el hombre mismo, una actitud receptiva particular. Si el hombre busca y escucha la Palabra de Dios, la Verdad salvadora entra en el alma y engendra nuevas relaciones entre Dios y el hombre: la fe, la vida sobrenatural. Pero si el hombre no escucha, Dios habla en vano; se abre un drama tremendo” (G.B. Montini, El sentido religioso, Sígueme, Salamanca 1964). Con esta cita invito a ponerse en actitud de escucha de ese Dios, que no es “dios de muertos”, sin palabra, sino “Dios vivo” que tiene palabra que compartir con aquel ser que fue creado con capacidad de escucha y de diálogo, el hombre.

                La primera lectura está tomada del Libro de Jonás. Es un libro de la época postexílica escrito entre los siglos quinto y segundo antes de Cristo. Jonás es un personaje ficticio de un escrito de carácter didáctico en lenguaje parabólico. La trama es clara: un profeta israelita se niega a anunciar la Palabra de Dios bajo un pretexto verdadero: los destinatarios son paganos, opresores y enemigos mortales de su pueblo. Dios le hace ver a este profeta que él puede compadecerse de estos paganos. De este modo, la narración es un alegato contra el estrecho nacionalismo del pueblo elegido, que pretende monopolizar la misericordia de Dios en nombre de los privilegios recibidos del Señor. El amor de Dios no conoce fronteras y la predilección por Israel es para que sea luz de las naciones.

                El texto de esta primera lectura contiene dos elementos importantes en las lecturas de hoy: la llamada y la necesidad de conversión. Dios llama a Jonás y lo envía a una misión a la ciudad de Nínive: “Dentro de cuarenta días, Nínive será destruida” (v. 4). Es la segunda vez que Dios lo llama. La respuesta de los ninivitas es inesperada: “Al ver todo lo que los ninivitas hacían para convertirse de su mala conducta, Dios se arrepintió de las amenazas que les había hecho y no las cumplió” (v. 10). En Israel era normal la convicción que lo que Dios dice se cumple inexorablemente pero aquí hay una clara delimitación de esta convicción. Ya el profeta Jeremías decía que Dios se arrepiente de sus amenazas cuando ve un pequeño signo de cambio o conversión. Esto se convierte en el mensaje de Jesús en una convicción absoluta: Dios quiere que los hombres se salven, y en ese sentido, nada limita su misericordia y compasión.

                La actualización de esta lectura de Jonás nos ayuda a revisar nuestros afanes de enmendarle a Dios su misericordia y absolutizar nuestra tendencia a hacer de la salvación un bien más bien exclusivo y sujeto a un complejo sistema de normas y restricciones. Es como encerrar el Espíritu de Dios en nuestra comunidad eclesial cuando en verdad actúa en el conjunto de la humanidad. Miremos nuestros exclusivismos religiosos creyéndonos salvados y asegurados.

                El salmo 24 es una súplica para conocer los caminos de Dios. Una certeza absoluta mueve al orante: Dios se preocupa de los humildes, los pobres y los pecadores. Esto da confianza porque revela la bondad de un Dios que se fija en las situaciones deprimidas de la persona humana. Se apela a la compasión y al amor que el Señor tiene como atributos eternos del Dios verdadero.

                La segunda lectura de la primera carta a los Corintios está tomada del capítulo 7 donde desarrolla dos asuntos muy importantes para la Iglesia de todos las épocas: el tema del matrimonio y el celibato o virginidad. En torno a este último asunto del celibato, san Pablo que ha afirmado que no tiene ningún precepto del Señor al respecto pero él quiere hacer una advertencia en el siguiente sentido: “Considero que, por las dificultades del tiempo presente, lo mejor para el hombre es vivir sin casarse” (v.26). ¿A qué tiempo presente se refiere el Apóstol? Se refiere al tiempo inaugurado con la resurrección de Cristo, es el tiempo de la Iglesia, en el que el cristiano participa de la vida de Cristo resucitado, es decir, es ciudadano del cielo por más que esté aquí en el tiempo histórico terreno. Sírvanos esto para comprender el texto de esta segunda lectura de este domingo. Desde esta perspectiva del tiempo nuevo inaugurado por el Resucitado, y el cristiano por el bautismo es un resucitado, puede afirmar el Apóstol que “queda poco tiempo” (v. 29) lo que es cierto al comparar nuestro tiempo histórico con la eternidad inaugurada por el Resucitado. Por eso el cristiano puede relativizar todas las estructuras históricas, entre ellas el matrimonio, los sufrimientos, las alegrías, los bienes materiales, los deleites del mundo. La razón es clara: “Porque la apariencia de este mundo es pasajera” (v.31). Y la apariencia de las cosas de este mundo nos engaña ofreciéndonos una sensación de lo definitivo. Lo único definitivo es el Reino de Dios manifestado en Jesucristo muerto y resucitado. ¡Qué bien nos hace percibir esta verdad! Los antiguos acuñaron una sentencia: Gloria mundi transit, es decir, la gloria del mundo pasa. El que no pasa nunca es Dios, el Eterno, el Absoluto.

                El evangelio de San Marcos es el más breve de los cuatro evangelios y tiene sólo 16 capítulos. Contiene el texto de hoy, un anuncio importantísimo y una llamada a la conversión. Luego hay una invitación a los primeros discípulos que son también los primeros en responderla. Veamos algunos aspectos interesantes a destacar.

                “Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea” (v. 14). En el evangelio de Marcos, Galilea y Judea no son sólo lugares geográficos de Palestina sino que tambien tienen un valor y un significado teológico. Galilea, considerada por los de Judea “territorio de los gentiles”, tierra despreciable, es la región donde se comienza a manifestar por primera vez la salvación que nos trae Jesús. Así se afirma la elección de los más humildes y de las personas  a quienes Israel rechaza oficialmente. En Judea está Jerusalén, la ciudad santa y el corazón de la religión judía, y representa la hostilidad extrema contra Jesús. No resulta extraño que el Resucitado retorne a Galilea e invite a los suyos a seguirle (Mc 16, 7). El contexto de este inicio del ministerio público de Jesús es el arresto de Juan Bautista, dejando así el campo abierto al despliegue de Jesús. Este hecho acontecido en Judea lleva a Jesús a Galilea, la tierra de los pobres. Aquí encontramos una opción notable de Jesús y su Reino: se dirige primero a los pobres de la tierra y no a la poderosa organización religiosa y política de Jerusalén que contaba con gente preparada y pudiente.

                “Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo: “El tiempo se ha cumplido, el Reino de Dios está cerca” (v. 14.15). El mensaje de Jesús no fue un libro sino un anuncio, una proclamación, es decir, una palabra o pregón como se acostumbraba a publicar las buenas noticias. Y ciertamente el mensaje cristiano fue en su primer momento predicación, anuncio. Sólo después se fijará en los cuatro escritos que llamamos “evangelios” que transmiten el “único evangelio” es decir, Jesucristo, Buena Noticia, Mesías, Hijo de Dios, títulos con que se abre el evangelio de Marcos. La palabra “evangelio” es griega y significa “buena noticia”, “buena nueva”. Originalmente esta palabra se usaba para anunciar, por ejemplo el nacimiento de un hijo del emperador mediante pregoneros que iban por todos los rincones del imperio anunciando esa buena noticia. Hoy, la palabra Evangelio se refiere al anuncio de Jesús, el Salvador. Y se puede decir “Jesús, evangelio del Padre”. Así, pues, San Marcos nos narra que Jesús proclamaba la Buena Noticia de Dios.

                “El tiempo se ha cumplido”.  Esta frase señala el tiempo presente como el momento de la llegada de un acontecimiento esperado largamente. Lo que Juan Bautista anunciaba como futuro, ya se ha convertido en presente, de un modo nuevo. Es el tiempo de Dios en el que se cumplen las promesas. Jesús anuncia que ha concluido el tiempo de la preparación de largos siglos y entramos al tiempo del cumplimiento definitivo.

                “El Reino de Dios está cerca” es una expresión que señala las promesas divinas en que se fundaba la esperanza de Israel. Jesús es el heraldo del evangelio de Dios y en su persona, palabras y acciones ya se hace presente, hasta tal punto que ante Él el hombre debe tomar una decisión para entrar en él. Los signos de esta presencia del Reino de Dios en Jesús van a ser la enseñanza de Jesús, la acogida a los pobres y pecadores, los exorcismos y las curaciones. El hombre entra al Reino mediante la liberación de sus ataduras gracias al poder de Jesús.

                “Conviértanse y crean en la Buena Noticia”. La fe  se presenta como una conversión. Creer es convertir el corazón y toda la vida al Dios viviente que se nos revela en su Palabra. La Palabra que llama a la fe es el Evangelio, la Buena Noticia de la venida de Dios en Jesucristo para establecer su reinado en el mundo. De aquí que no hay vida de fe si no hay una conversión continua.

                Desde esta lógica de Galilea, Jesús procede a invitar a los primeros discípulos a ser parte de su programa. Los llama “para estar con Él” y “para ser enviados en su nombre a predicar el Reino”. He aquí dos aspectos inseparables en la vocación cristiana: comunión con Jesús y misión evangelizadora. Una separación entre esta comunión con Jesús y la misión se convierte en un escandaloso divorcio en el mismo corazón del discípulo. Siempre una vocación implica un envío misionero. Por eso es muy feliz la expresión fundamental del Documento de Aparecida cuando define al cristiano como “un discípulo misionero”.

                Un saludo fraterno y hasta pronto.                         Fr. Carlos A. Espinoza I. O. de M. 

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