Santiago, 10 de mayo de 2019
“Yo soy el buen Pastor; conozco a mis ovejas,
y mis ovejas me conocen a mí”, dice el Señor.
Apreciados hermanos.
Vaya para ustedes un afectuoso saludo en Cristo Jesús, quien nos llama cada día a vivir intensamente nuestra vocación de consagrados al servicio de Dios y de su Iglesia, en nuestra querida Familia Mercedaria.
Como todos los años, en el IV Domingo de Pascua, también conocido como Domingo del Buen Pastor. La Iglesia eleva su plegaria a Dios para pedir por el aumento de las vocaciones religiosas y sacerdotales para el servicio del pueblo de Dios. Como mercedarios nos unimos a esta plegaria, pidiendo humildemente por esta necesidad.
Lo hacemos de manera especial a través de Nuestra Madre de la Merced, pidiendo que “Fortalezca nuestros hogares en la fe que da frutos y que de ellos surjan los apóstoles y testigos de su Hijo”.
A través de nuestra oración vocacional, cada jueves nos unimos a nuestras comunidades parroquiales y educativas, pidiendo humildemente por esta intención.
En los actuales tiempos que vivimos, más que nunca, tenemos que ser perseverantes y constantes en la oración, para que ella la Madre de nuestra Familia, nos regale vocaciones religiosas y sacerdotales “al servicio del evangelio y de todo hombre inquieto por la verdad”.
Teniendo el mensaje del santo padre Francisco para la LVI Jornada Mundial de oración por las vocaciones, como telón de fondo, permítanme algunas ideas y reflexiones sobre el tema.
El mensaje de este año se titula: “La valentía de arriesgar por la promesa de Dios”. La llamada del Señor nos hace “portadores de una promesa y al mismo tiempo, nos pide la valentía de arriesgarnos con él y por él”.
A partir de la escena evangélica de la llamada de los primeros discípulos en el lago de Galilea (Mc 1, 1-20). Y desde la experiencia de estos pescadores, se nos invita a mirar nuestra propia experiencia llamada. ¿Recuerdas en qué momento de tú vida te llamó el Señor??
La invitación a estos hombres a dejarlo todo, también es una invitación a mirar nuestras renuncias y ver hacia donde se dirigen todos nuestros esfuerzos y trabajos, aunque en muchas ocasiones no coincida con los resultados esperados. El Papa nos recuerda: “A veces se obtiene una buena pesca, otras veces en cambio, hay que armarse de valor para pilotar una barca golpeada por las olas, o hay que lidiar con la frustración de verse con las redes vacías”.
La vocación, como todas las decisiones serias y profundas en nuestra vida, trae consigo una cuota de riesgo. El Papa Francisco nos dice: “para seguir la llamada del Señor debemos implicarnos con todo nuestro ser y correr el riesgo de enfrentarnos a un desafío desconocido”
La llamada del Señor, por tanto, es un encuentro. Es la iniciativa amorosa con la que Dios se cruza en nuestro camino y “nos invita a entrar en un gran proyecto, del que quiere que participemos, mostrándonos en el horizonte un mar más amplio y una pesca sobreabundante”.
Aprovechemos este domingo del Buen Pastor, de dar testimonio alegre de nuestra vocación consagrada. Testimoniar que vale la pena dejarlo todo y seguirlo, consagrando nuestra vida a Él. Sirviendo a la Iglesia y a los cautivos de nuestro tiempo.
Al finalizar, me gustaría destacar de manera especial el Sueño de Provincia y que estará en el horizonte en este año y en los años venideros. Que este sueño sea realmente una realidad y un profundo testimonio vocacional para los jóvenes de hoy.
“Soñamos una comunidad religiosa mercedaria vivificada por la gracia de Jesucristo, que experimente un crecimiento humano y una fraternidad evangélica basada en el dialogo respetuoso y paciente, ofreciendo al mundo un testimonio de vida redentora y creíble en el servicio a los cautivos”.
Juntamente con este pequeño saludo, les envió una propuesta que se puede trabajar en nuestras comunidades. Abramos nuestro corazón y que Dios vaya haciendo en nosotros esos testigos alegres que nuestra comunidad necesita. La actual crisis vocacional que vivimos como Familia y como Iglesia, ha de ser una oportunidad para profundizar en nuestra vocación.
Propuesta de trabajo.
Esta propuesta está pensada para ser trabajada con un grupo de personas de nuestras parroquias o colegios
- ¿Cómo podemos ayudar a otros (as), a descubrir su vocación?
- Qué significado tiene para ti. “Arriesgar la vida por el Señor”
Encomendamos a María nuestra Madre de la Merced, toda nuestra labor vocacional:
“…Madre de la Iglesia y de Cristo, Sumo
y eterno Sacerdote a ti acudimos tus hijos a
pedirte humildemente que despierte
nuevas vocaciones sacerdotales, religiosas para el
servicio del pueblo de Dios en tu familia mercedaria…”
Fr. Mario Andrés Salas Becerra O. de M.
Superior Provincial