Mensaje de fray Mario Salas Becerra al inicio del Mes de nuestra Madre de la Merced
Provincia Mercedaria
de Chile

Mensaje de fray Mario Salas Becerra al inicio del Mes de nuestra Madre de la Merced

Martes 01 de Septiembre, 2020

 


Estimados hermanos (as)

Familia Mercedaria en Chile y Angola:

            En primer lugar, reciban un saludo en Cristo Redentor, Maestro y Modelo de todos quienes hemos sido llamados a formar parte de esta familia religiosa y conformar esta fraternidad de hermanos y hermanas que, desde nuestras vocaciones particulares, estamos invitados a transparentar la misericordia que Dios nos ha regalado.

            Escribo esta comunicación al iniciar el mes de septiembre, tiempo precioso para volver la mirada a nuestra madre la Virgen María de la Merced, cuya fiesta celebraremos como todos los años el próximo 24 de septiembre.

            Las actuales condiciones sanitarias, nos obligan a estar confinados y cuidar de nuestra salud y la de nuestros hermanos, pero esta situación, no han de impedir celebrar a nuestra Madre y volver a confiarnos en ella, pidiéndole que nos ayude a caminar enfrentando con fe y esperanza los complejos momentos por los cuales estamos atravesando como humanidad.

            Desde este contexto histórico, les quiero invitar a volver a centrarnos en un eje fundante de nuestro carisma redentor, como es:  la Misericordia de Dios y en dicha categoría teológica, la participación de María. Lo haremos siguiendo algunas pistas de nuestras Constituciones y algunas claves teológicas que nos entrega el teólogo español Xabier Pikaza, en su obra titulada "Santa María de la Merced. Introducción Bíblica". 

            El actual escenario histórico, nos posibilita volver a redescubrir una faceta fundamental en María de la Merced, y que marcará todo el quehacer mercedario; como es la preocupación por los cautivos y por aquellos que ven vulneradas su dignidad humana.  Así como nuestra Orden nació en contexto dramáticos donde el grito del cautivo se hizo sensible al mercedario, así también hoy son nuevos gritos que apelan a nuestra sensibilidad redentora. 

             Con este escenario de fondo, me atrevo a decir que no es raro percibir que, en nuestras experiencias religiosas y devocionales, han existido en muchas ocasiones erradas comprensiones del papel de María de la Merced en toda la labor redentora y que, en no pocas veces, ha opacado la dimensión concreta de una verdadera y profunda devoción mariana al estilo mercedario. Parafraseando al teólogo español, al hablar de la devoción a María, señala :“La devoción a la Madre de Jesús puede ser entendida en tres niveles:  hay que conocerla con la mente, estudiando y descubriendo el sentido de su vida; hay que proclamar su grandeza con los labios, presentándola como fiel cristiana, modelo de entrega hacia los otros; esta es, finalmente una devoción de las manos que trabajan (como María y con María) al servicio de la redención de los cautivos” [1]. La compresión errada de la verdadera devoción, como lo señalaba anteriormente, se debe, según mi parecer, a que fácilmente podemos poner el acento en uno de los niveles, descuidando los otros dos. El desafío, por tanto, ha de estar en vincular los tres niveles y que se vean reflejados en toda nuestra propuesta carismática - redentora. 

            Por su parte, las Constituciones de la Orden de la Merced, al hablar de la devoción de nuestra Santísima Madre, nos señala: “… Los mercedarios nos proponemos amar fielmente a María y honrarla como a nuestra Madre, en cuanto espiritual fundadora de la Orden. Procuramos tenerla como un vivo modelo de consagración a Dios y servicio Redentor a los hermanos, pidiéndoles constantemente la fiel perseverancia en la vocación; y nos sentimos también obligados a cultivar con ardo su devoción entre los otros miembros de la familia Mercedaria, cristianos oprimidos y demás fieles encomendados a nuestro servicio apostólico.” [2]

            Las dos citas antes mencionadas nos dan luces para volver a confirmar y a renovar nuestra devoción a María de la Merced, invitándonos a salir de una devoción inmovilizadora y alienante, que nos desconecta de la realidad y de los problemas reales que sufren los cautivos de hoy. El amor a María de la Merced ha de ir siempre en sintonía con una preocupación real por los que más sufren, los cautivos de hoy, que se transformara  en el criterio ultimo para evaluar nuestro compromiso redentor.

            Reafirmemos el profundo amor a María de la Merced, teniéndola como “…un vivo modelo de consagración a Dios y servicio redentor a los hermanos…”. Este amor nos obliga y nos urge a colaborar en toda la obra redentora desde el espíritu mercedario que: “supone fundamentalmente el descubrimiento de Cristo que continúa padeciendo en los cristianos oprimidos y cautivos, expuestos a perder su fe; y asume el compromiso práctico de caridad poniendo la propia vida al servicio de los hermanos para que vivan la libertad de hijos de Dios. Por eso los mercedarios debemos ser fuertes en la fe, eximios en la caridad y firmes en la esperanza del reino de Dios.”[3].

            En este mes de septiembre, mes inminentemente mercedario, volvamos a poner la mirada en María, quien ha inspirado a San Pedro Nolasco la fundación de la Orden, “…para llevar a cabo esta misión, impulsado por le amor de Cristo, Inspirado por la Virgen María…” [4]. Que Ella como buena Madre nos ayude a vivir profundamente el mandamiento del amor, al estilo mercedario, consagrando nuestra vida a Dios y a los cautivos, haciendo vida aquello que nos vincula con todos los hermanos (as) que nos han precedido en la fe en estos ocho siglos de servicio redentor. Dando la vida si fuera necesario.[5]

             Junto a la reflexión compartida, quisiera aprovechar la ocasión para comunicar lo relativo a la ordenación episcopal de nuestro hermano Fr. Ricardo Morales Galindo O. de M., que está programada para el día 12 de septiembre del año en curso. Adjunto a esta comunicación la invitación que nos hiciera llegar la Diócesis de Copiapó y que complementamos con el vínculo de nuestra página web. Por las razones sanitarias que todos conocemos, el número de personas que puedan asistir a la celebración será reducido, por lo que será transmitido por las distintas plataformas digitales que señalan en la invitación. Nuestra Orden y nuestra Provincia se alegran por tan significativo momento, así me lo han señalado el Maestro General y los distintos provinciales que ya han recibido la invitación.

              Por mi parte, les invito a que este mes en cada una de nuestras comunidades tengamos muy presentes en nuestra oración al P. Ricardo Morales,  un hijo de nuestra familia religiosa es llamado a prestar este significativo servicio eclesial. Como lo señale en la comunicación del 20 de junio (Prot. 035/2020), el nombramiento de nuestro hermano es “…una profunda muestra de confianza a nuestra comunidad mercedaria en Chile, al llamar a uno de los nuestros al episcopado…”.

              En este mes de mercedario. “…Encomendemos en la oración a toda la Iglesia de Copiapó y nuestro hermano Fr. Ricardo. Colocamos bajo la protección de nuestra Madre de la Merced y de nuestro Padre fundador San Pedro Nolasco, el servicio que el Santo padre le ha pedido”

              Al finalizar esta comunicación, vaya para todos, un fraternal saludo en María nuestra Madre de la Merced, inspiradora de nuestra familia y todo el quehacer mercedario. A Ella le pedimos que nos acompañe en cada uno de nuestro desafíos personales y comunitarios.

 

¡Un bendecido Mes de Mercedes…!

 

Fraternalmente,

Fray Mario Salas Becerra

Superior Provincial

 

[1]Pikaza, Xabier Santa María de la Merced, introducción biblica, Roma 1995.  p. 9

[2] COM nº 63

[3] COM nº 9

[4] COM nº2

[5] COM nº 14



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