Santiago, 23 de septiembre de 2022
Estimados hermanos y hermanas:
Al celebrar a nuestra madre, la virgen María de la Merced, quisiera hacer llegar a todos ustedes un fraterno saludo.
Celebrar a María de la Merced, es una enorme oportunidad que se nos regala para volver a poner la mirada y el acento en aquellos elementos fundamentales de nuestra experiencia de fe. Como miembros de esta familia religiosa, volvemos a confirmar el amor que María tiene por cada uno de nosotros; amor que ha originado esta obra Redentora que lleva más de ocho siglos sirviendo en y desde la Iglesia.
Nuestras Constituciones al hablar de María señalan: “Los mercedarios nos proponemos amar filialmente a María y honrarla como a Nuestra Madre, en cuanto espiritual fundadora de la Orden. Procuramos tenerla como un vivo modelo de consagración a Dios y servicio redentor a los hermanos, pidiéndole constantemente la fiel perseverancia en la vocación; y nos sentimos también obligados a cultivar con ardor su devoción entre los otros miembros de la Familia Mercedaria, cristianos oprimidos y demás fieles encomendamos a nuestro servicio apostólico.” COM 63
Nuestro texto constitucional maravillosamente instala los fundamentos de cómo ha de ser nuestro amor a María. En primer lugar, un amor filial: es decir la amamos como hijos e hijas, reconociéndola como nuestra Madre. Junto con ello, nos desafía permanentemente a cultivar el amor fraterno, tan característico de nuestra experiencia carismática; amarnos como hermanos y hermanas. ¿Cómo vivo esta dimensión filial y fraternas en medio del mundo?
La reconocemos como espiritual fundadora. Desde los inicios de nuestra Orden, María es reconocida como la verdadera protagonista de toda la labor redentora. Hoy al volver a situarla en el centro de nuestras celebraciones, miramos agradecidos la vida de estos más de ocho siglos de servicio redentor en el mundo; desafiándonos a seguir siendo fieles a la inspiración inicial y al proyecto de libertad inaugurado por San Pedro Nolasco y sus compañeros. ¿Qué tan presente esta María de la Merced en nuestra experiencia de fe personal y comunitaria?
Nuestras constituciones nos invitan a contemplar María de la Merced, como modelo de nuestra consagración a Dios y servicio redentor a los hermanos. Tenemos un hermoso modelo para vivir nuestra consagración y junto con ello, nos enseña que esta consagración ha de ir en estrecha relación con nuestro servicio redentor concreto en cada uno de nuestros apostolados. ¿Cómo estamos acogiendo este modelo y lo integramos en nuestra consagración mercedaria?
María de la Merced nos muestra que también ella es verdadera modelo de nuestra fidelidad y perseverancia en nuestra vocación. Hoy es una preciosa circunstancia para renovar nuestra vocación mercedaria al servicio de la búsqueda constante de nuestros hermanos cautivos. En medio de la crisis vocacional que estamos atravesando, volvemos a levantar la mirada a nuestra Madre y pedimos humildemente que envíe vocaciones a nuestra familia religiosa y que día a día vayamos consolidando nuestra propia vocación de mercedarios.
En este día, nos unimos espiritualmente a tantos hermanos mercedarios esparcidos por el mundo. Que María, como buena Madre nos enseñe a ser hermanos e impulse a entregar nuestra vida por la libertad, como lo hicieron tantos hermanos que nos han antecedido.
¡Un Feliz día de la Merced!
Fray Mario Salas Becerra
Superior Provincial
