Del 18 al 20 de abril se realizó en la casa Padre Hurtado la Asamblea Anual de Superioras y Superiores Mayores de Conferre. Al finalizar este encuentro compartieron un mensaje a la Vida Religiosa:
“Ensancha el espacio de tu tienda sin demora, despliega tus toldos, alarga tus cuerdas y refuerza tus estacas”. (Is. 54,2)
A la Vida Consagrada de Chile, y a la Iglesia Pueblo de Dios.
Hermanos y hermanas, queremos compartir con cada una y uno de ustedes lo que suscitó el Espíritu del Resucitado en esta Asamblea Anual, convocada por la Mesa Directiva de Conferre.
Animados e iluminados desde la palabra de Isaías que nos invita a ensanchar nuestras tiendas personales, comunitarias y congregacionales, para plantar la gran tienda de nuestra Consagración a Dios y al pueblo. Acogiendo además, la pregunta generadora que nos permitió adentrarnos en el don de nuestra vocación, vivenciada en la diversidad de Carismas que el Dios de la Vida nos ha regalado a la Iglesia, por su gran amor a la humanidad. En el caminar de estos días, fuimos dando respuestas desde los diferentes aportes que dieron luces, para ir respondiendo ¿QUÉ SIGNIFICA SER RELIGIOSO(A) EN CHILE HOY?
Como Conferre, estamos caminando desde un proceso de reestructuración que ha supuesto incertidumbre, dolor ante el discernimiento y toma de decisiones con relación a la disminución del personal y de la carga horaria, situación causada por la crisis económica, para seguir sosteniendo las necesidades de ésta; también el Centro de Estudio, se encuentra en un proceso de evaluación, reflexión ante la disminución de formandos en sus diversas etapas de formación. Con la esperanza de seguir respondiendo a las necesidades reales que requiere la Vida Consagrada actualmente, vislumbrando algunas luces que requieren el compromiso de cada congregación, en el ámbito de su formación inicial y permanente de sus miembros.
Con la convicción, de que el Centro de Estudios es un gran aporte en la formación integral de las nuevas generaciones, fortaleciendo los vínculos intercongregacionales, interculturales, el sentido de ser Iglesia, testimoniando caminos de sinodalidad, y abriendo puertas para la formación de las y los laicos, y para otros espacios eclesiales.
Agradecemos al Espíritu del Resucitado, por las semillas de esperanzas sembradas, desde el proceso sinodal que se está impulsando hacia una Iglesia que se vive desde la comunión, participación y misión compartida con el pueblo, haciendo vida nuestro Bautismo de ser hijos e hijas de Dios, discípulos/as y misioneros/as, hacia una tierra y un cielo nuevo, que nos urge e impulsa a desprendernos de los clericalismos, de las estructuras que impiden mostrar el rostro humano de Dios, apartándonos de la centralidad en el seguimiento a Jesús de Nazareth y del proyecto del Reino.
Como Vida Consagrada, estamos invitados e invitadas a retomar el camino de la misericordia, y la compasión hacia nuestros hermanos que han sido dejados a la vera del camino; pues, hoy la vida sigue clamando en los nuevos rostros sufrientes: jóvenes, mujeres, migrantes, diversidad sexual, diversas formas de ser familia, aquellos/as que han sido vulnerados en su dignidad, llevándonos a ensanchar nuestra tienda de la dignidad, de la confianza, de la diversidad y de la inclusión, acompañar y dejarnos acompañar como Pueblo de Dios que camina hacia Jerusalén.
En esta hora de Gracia, acogemos e integramos a nuestra Vida Consagrada, para salir del tiempo del dolor, es un tiempo de poda, de sanar, de reaprender, para germinar hacia la significatividad de nuestra Opción Fundante, resignificando nuestra llamada en fidelidad al proyecto del Reino, que junto a las mujeres del alba nos reencantamos con lo que somos y tenemos; asumiendo nuestras fragilidades y vulnerabilidades: “Peregrinando al interior sin tregua y a la exterioridad con osadía y sin excusas”.
Al ir respondiendo a la pregunta generadora, el Espíritu nos fue orientando hacia la búsqueda del sentido de nuestra consagración, habitada por la resignificación de nuestra entrega, y la encarnación de nuestros Carismas, junto a la mirada de la sociedad, y del sentido y vivencia de los votos, que se sintetizan en clave del Amor, de la gratuidad y mutua donación, nutriéndose en la vivencia de la vida comunitaria, que nos impulsa a amar y dejarnos amar, sólo así podemos vivir desde la alegría profunda, de quien se siente amado(a), sostenido(a), por Aquel que poso su mirada en cada uno de sus hijos e hijas.
El paso del Espíritu Santo, en estos días nos ha provocado movimiento, dinamismo, y nuevas fuerzas e ilusiones para continuar tras las huellas del Señor Jesús, solicitando su sabiduría para despojarnos de las añoranzas, de lo establecido, dejándonos sorprender por la Trascendencia y de la belleza de la vida.
Agradecemos a Dios, a nuestros Fundadores y Fundadoras, por la sabiduría y lucidez para escuchar y responder a las necesidades de su tiempo urgidos por la esencia del Amor Primero, cimentando una Vida Consagrada humana y humanizadora al modo y estilo del Nazareno.
