Navidad es tiempo sobrado de redención. Este niño que nace es más que un niño, es una promesa fundada de redención. La Merced no desea ser otra cosa que redentora como su maestro.
El blanco paisaje de la Navidad (en el hemisferio norte) nos sugiere el hábito blanco de la Merced. Algo así como si la Navidad se hubiera empeñado en ser mercedaria a toda costa. Y es que Navidad y Merced se dan la mano porque son promesa cumplida de Redención. Un niño nos ha nacido, un redentor se nos ha dado. Trae en sus manos la cizalla que rompe los grilletes y anuncia un tiempo nuevo de gracia y de libertad. Ya está aquí, ya es Navidad. Los cautivos encerrados en la lóbregas mazmorras del desamor, el materialismo y la incredulidad lo verán con sus propios ojos. Con sus propios ojos lo verán. Lo veremos.
El tiempo de Navidad nos hace recuperar el latido de la infancia, un latido que nos devuelve la necesaria ingenuidad de los niños de los cuales es el reino de los cielos. La Merced tiene también mucho de ingenuidad y de sorpresa, porque pretende ser palabra liberadora en tiempos de complejas ataduras. Tiempo en que se habla mucho de libertad, pero escasea como nunca en los escaparates de la vieja humanidad. Es tiempo de vuelos cortos y de pensamiento fatigado y, precisamente ahora, la Merced quiere ser Navidad liberadora. Porque la libertad no es un sueño, ni siquiera un deseo, es un proceso constante y humanizador que en la Merced ha cumplido ya más de ochocientos años.
La Merced quiere encender el fuego de la chimenea hogareña en el corazón de la Navidad, con ambiente familiar y fraterno para celebrar que Dios es una realidad presente, hecha niño, sentada a la mesa de la fraternidad, emocionada por el regalo de una madre, llena de ternura y misericordia, capaz de fundir los témpanos del hielo de la esclavitud y la ausencia de misericordia.
Un niño llega, una madre lo acaricia con su mirada, y nos trae una buena nueva: A los cautivos se les anuncia la libertad. ¡En Navidad! ¡Es tiempo de Dios! ¡Es tiempo de Merced para todos! Celebremos la Navidad.
Fuente: Ordo litúrgico Mercedario 2024.
