En una tarea que conjuga arte, historia y devoción, la Basílica de la Merced en Santiago de Chile celebra el avance en la restauración de sus altares laterales. Estas obras arquitectónicas, que durante años han sido testigos silenciosos de eventos históricos y momentos de fervor religioso, se encuentran en un tratamiento meticuloso para ser devueltas a su antiguo estado gracias al esfuerzo de una empresa especializada en mármol.
Los altares, ubicados en diferentes puntos de la basílica, están siendo sometidos a un minucioso proceso de conservación que ha implicado la limpieza y pulverizado del mármol con vapor, la recuperación del color del mármol en cada altar y la pintura en perfiles y pilares de cada altar buscando devolverles su esplendor original.
Por ejemplo, el altar dedicado a Nuestra Señora del Carmen o el altar consagrado a San Pedro Nolasco, que destacan por la viveza de sus colores, o el de Santa Teresa de Jesús de los Andes, de sencillez sobrecogedora, que han recuperado su esplendor con una cuidadosa restauración, resaltando la riqueza de los colores y la expresión de sus columnas y diferentes detalles de toda la pieza, para así poder capturar de mejor forma la atención de los fieles que visitan la basílica.
La empresa a cargo de este trabajo, Maxilim, se dedica a la limpieza de mármoles, utilizando una técnica innovadora de pulverizado con vapor tanto en superficies a nivel, como en alturas.
Esta tarea no solo preserva la herencia artística y religiosa de la basílica, sino que también permite a las futuras generaciones sumergirse en la historia viva de Santiago de Chile y de la Orden Mercedaria. La comunidad se regocija al ver resplandecer nuevamente estos altares, no solo como elementos arquitectónicos, sino como símbolos de la fe que ha perdurado a lo largo de los años.
A Nuestra Madre de la Merced, Patrona de la Basílica, encomendamos la fe y la esperanza de los fieles que visitan nuestro templo, así como las vidas de todas las personas que, ya sea por motivos religiosos o culturales, quieren conocer las piezas que adornan nuestro espacio de adoración a Dios.
