Palabras de Ariela Jara, ex alumna del Instituto Victoria y novicia de las Hermanas Mercedarias del Niño Jesús
Provincia Mercedaria
de Chile

Palabras de Ariela Jara, ex alumna del Instituto Victoria y novicia de las Hermanas Mercedarias del Niño Jesús

Jueves 18 de Enero, 2024

 
Durante este mes de enero, aprovechando su visita a su ciudad e origen, tuvimos la oportunidad de entrevistar a Ariela Jara, hermana mercedaria del Niño Jesús, quien hará profesión de votos el mes de febrero de este año.

Ariela Jara, ex alumna del Instituto Victoria, que actualmente es parte de la  congregación de Hermanas Mercedarias del Niño Jesús, visitó la ciudad de Victoria a principios de este año 2024, y hemos querido aprovechar de hacerle algunas preguntas sobre su vocación, pues el mes de febrero de este año hará profesión de sus votos de pobreza, castidad y obediencia, lo que es una gran noticia para el Instituto Victoria, la Parroquia la Merced de Victoria, la Pastoral Juvenil Mercedaria y para toda la Provincia de Chile.

Ariela, cuéntanos un poco, en general, sobre tu vida,  tu familia, dónde naciste y dónde estudiaste.

Nací en el año 1996. Estudié en el colegio Instituto Victoria desde kinder a 4to Medio (2001-2014). Cuando salí del Colegio, me fui a estudiar a la Universidad Católica de Temuco  la carrera de Terapia Ocupacional, desde el año 2014 hasta el 2018.

En cuanto a mi familia, esta se compone por Victoria mi mamá, Jhon mi papá, mis hermanos Johan, Eduardo y Belén y mis dos sobrinos Agustín y Rodrigo. Todos ellos son muy importantes para mí tanto en mi vida como en mi vocación. Desde muy pequeños se nos dijo que estábamos hechos para volar, perseguir nuestros sueños y ser felices y sin duda esa frase me quedo resonando en el corazón. Y por otro lado, mi familia vive el carisma de la Merced desde mis antepasados, ya que mi abuelo, mi madre y  mis hermanos son exalumnos Mercedarios.

¿A quiénes recuerdas que te ayudaron en tu proceso, que te transmitieron valores que finalmente pudieras  responder a tu vocación desde la fe?

Son personas que nos ayudan a crecer e identificar los valores que son los pilares de nuestra vida. Por ello ahora trabajo en un colegio en Argentina, y dentro de todo el proceso formativo de la vida religiosa actualmente estudio para ser maestra. ¿Cómo no recordar a todos los profesores que me fueron enseñando distintas cosas acá en el colegio, más allá de lo académico? Si una aprende en esta comunidad aprende cosas para la vida, cosas muy humanas.

Desde los profesores que me enseñaban modales de buen trato, el tío Waldo que me recibía con una sonrisa en la puerta o me la cerraba cuando llegaba tarde, o el profesor Erick, de biología, que estaba en la pastoral, o el profesor Carlos que tuvo mucha paciencia para escuchar todas mis preguntas, acompañándonos siempre, o también el profesor Alberto, mi profesor jefe que soportaba que yo casi no estuviera en clases por irme a Misa o actividades pastorales. También recuerdo a la tía Betty de secretaría. Asimismo, en la parroquia el tío Jorge siempre nos estaba esperando para ayudarnos a preparar la Misa.

Son muchas las personas que se vienen al corazón, que se quedan allí y de cierto modo marcan la vocación. Al pensar en cómo se va dando esto, me doy cuenta que Dios nos cuida mucho a través de las personas. Cuando yo pensaba en buscar una comunidad religiosa quería que fuera una comunidad que fuera familia, porque yo viví ese ser familia en el Instituto Victoria, lo viví también con los frailes y en la parroquia.

Y si bien me fui muy lejos, en Argentina, mi comunidad de hermanas y nuestra congregación también es mi familia, donde una aprende a sostenerse en las buenas y en las malas, a alegrarse con los demás, a agradecer cuando la familia crece, y tantas otras alegrías que Dios regala con su paso, paso que a veces es a través de las personas con las que te encuentras en el camino.

Son muchas las cosas que aprendí en el Instituto Victoria, y que quiero custodiar para trasmitir a los demás. De cierto modo, el llamado y la vocación los fui descubriendo entre estos pasillos y estas  paredes, con la gente que también transita la vida allí.

¿Hace cuánto tiempo que partiste de Chile para Argentina?

Finalizado el año 2018 decidí congelar mis estudios y en febrero del 2019 viaje a Córdoba, Argentina, para hacer una experiencia vocacional en la casa de formación de la Hermanas Mercedarias del Niño Jesús, congregación fundada por Fray José León Torres, sacerdote Mercedario Argentino. En Marzo de ese mismo año ingresé como aspirante.

Durante mi formación estudié dos años del profesorado de Ciencias Sagradas en el Instituto Teológico de Córdoba y actualmente estoy estudiando el profesorado en educación primaria.

Ya llevo 5 años en Argentina, y ahora que paso unos días en Victoria, creo que es gracia de Dios poder volver a recorrer los caminos donde uno fue escuchando su Voz, su llamado. Recuerdo profesores con los que fui compartiendo en la secundaria y la primeria, así como la importancia de los grupos que el colegio ofrece, como Semillitas, acólitos, pastoral pre juvenil y juvenil y otros, que también fueron muy importantes en mi llamado. 

En cuanto a tu discernimiento vocacional, ¿Qué crees que te entregó el colegio?

Al estar en el colegio y ver lo mucho que ha crecido me hace recordar cuando estudiaba aquí. Una aprendía mucho en cuanto a conocimientos, pero la pregunta fundamental no era sobre qué queríamos ser en cuanto trabajo o buena posición laboral, sino que se nos preguntaba siempre por qué nos haría feliz. En mi caso, la Ariela del 2014, que se encontraba estudiando en el colegio, pensaba que sería feliz mediante la terapia ocupacional, que fue lo que estudié.

Cuando una se hace la pregunta por la vocación, no se pregunta ni decide entre lo bueno y lo malo, sino entre lo bueno y lo mejor. Y yo creo que elegí lo mejor. Donde estoy soy muy feliz, estudio para ser maestra de primaria, nada que ver con lo que comencé a estudiar cuando egresé del colegio, pero aun así sintiéndome profundamente alegre. Esa es la clave para cualquiera.

Por eso, es muy importante que se pregunten, ya sea que están pasando a enseñanza media, a punto de salir del colegio o ya siendo ex alumnos: “¿Dónde seré feliz?” Si Dios nos creó y nos ama como hijos e hijas suyas, Él nos quiere felices. Por ahí va la pregunta. Y hay que preguntar sabiendo que habrá una respuesta. A veces dejamos pasar la pregunta porque tememos hacerla y recibir respuestas. Anímense a hacer esas preguntas. No dejen pasar el tiempo ni esperen. El protagonista de la vida es uno mismo.

Busquen a alguien de confianza a quien también puedan hacerles esas preguntas y no se olviden de que estamos en este mundo para ser felices. 

¿Qué significa para ti el carisma de la Merced, la espiritualidad mercedaria?

Si hay algo que distingue a un Mercedario más allá de la redención y la libertad, es el ser familia. Cuando yo estaba en la pastoral pre juvenil realizábamos constantemente actividades en el Hogar de Menores, tras las que mi familia siempre estaba apoyándome. Lo mismo con los acólitos, puesto que más allá de llevarme a misa, mis padres también participaban de la eucaristía conmigo. Siempre caminaron a mi lado, y es en mi familia donde Dios se hace presente, en el servicio y en el amor de cada uno de ellos. ¡Es ahí donde la semilla de la fe empieza a crecer!

El carisma de la Merced atraviesa mi vida, y es que Cristo Redentor es quien ha sido el protagonista en mi historia de salvación. ¿Cómo no entregarme por completo a aquel que me amó primero, a aquel que dio su vida por mi? Hay un lema que desde chiquitos se nos enseñó en el colegio: "libres para liberar".

Yo creo que Dios irrumpió de tal forma en mi vida que lo cambió todo, y aún muy consciente de mi fragilidad tan humana, es Él quien me llama a darlo todo, es Él quien obra en mí. Ver ese rostro de Dios en los niños, en los jóvenes y en las personas que están en nuestro camino es un impulso de Dios para ser moneda de rescate donde él lo pida, para amar hasta el extremo como él lo hizo.

Nosotras como hermanas vivimos una espiritualidad eucarística, redentora y mariana, por eso le pido a María Nuestra Madre que cada día mi corazón se asemeje más al de ella, para llevar a Jesús a todas partes, para ser sensible al pueblo de Dios que hoy sufre tanto dolor porque atentan contra su dignidad, para ser esa moneda de rescate, como lo fue Jesús en mi vida. Nunca una muerte trajo tanta vida, y vida en abundancia como Jesús en la vida de cada uno de nosotros y de la humanidad.

¿Cómo vives tu relación con Jesús Redentor?

Yo creo que la intimidad con Jesús uno la cuida y la cultiva en la oración y en el corazón. Sin duda en lo más profundo de nuestro corazón podemos escuchar su voz, esa voz que nace desde el amor. Es una relación fecunda, que día a día crece y que la mejor forma de vivirla es encontrándonos con Él, conociéndolo y pasando tiempo a su lado. Dios siempre sale a nuestro encuentro, y podemos hablarle como un hijo lo hace con su Padre o como un amigo a un amigo, desde lo mas sencillo de nuestras vidas, aun cuando no tengamos palabras. ¡Dios nos escucha!

¿Cómo animas a los jóvenes a escuchar a Dios y empaparse por su llamada? ¿Cómo descubriste que Dios te llamaba a este camino de la vida religiosa?

A veces una espera que Dios baje y te lo diga directamente, pero lo cierto es que Dios es mucho más sencillo y concreto. Él sale a tu encuentro cada día y una se da cuenta en lo cotidiano.

Es bueno quitarse los miedos de preguntarle a Dios que quiere de una. Hay que quitarse el miedo a preguntarle: “¿Qué quieres de mí Señor?”. Si bien yo estudiaba en un colegio de frailes mercedarios, no conocía mucho de la vida de las hermanas. Al atreverme a preguntar al respecto, quitándome el miedo, fui encontrando claridad y ayuda, pues en este preguntarse y querer transitar el camino, encuentras personas que te ofrecen ayuda y compañía.

Cuando yo hice discernimiento fui acompañada por algunas hermanas de Temuco y por el padre Pedro, quien estaba en ese entonces en Victoria. Y también es bueno compartir esto con algún amigo o amiga.

Dios nos llama tal como somos, sin capas de superhéroes, sino desde la realidad de cada una. Eso es motivo de gratitud, pues no me quiere como alguien que no soy, sino desde mi verdad más profunda.

Si pienso en mi proceso de discernimiento, lo fui descubriendo poco a poco, desde los apostolados de la PJM, desde el ver la consagración de cada uno de los hermanos que pasaron por el colegio, al percibir la alegría del entregarse. Eso fue despertando en mí el deseo de hacer lo mismo y vivir así. Fue un proceso bien pausadito.

¿Quieres decir unas últimas palabras antes de terminar?

Quisiera invitarlos a que se puedan tomar un momento en sus vidas para preguntarse cuáles son sus deseos más profundos, y preguntarle a Jesús: “¿Señor, que quieres de mí?” ¡Hay preguntas que lo pueden cambiar todo! Solo tenemos que animarnos, dejarnos acompañar en las búsquedas y dar el primer paso. Dios quiere lo mejor para sus hijos, nos ama y nos quiere felices, pero también nos dio la libertad para que podamos elegir en todo momento, y así descubrir el camino que cada uno está llamado a seguir.

Por último, les pido que recen y me acompañen el día 24 de febrero, en que profesaré mis primeros votos en Argentina, que son los de castidad, pobreza y obediencia. Es un paso muy importante, pues es un reafirmar ese primer “sí” que una le da a Dios. Cuentan con mi oración y gratitud, y es importante sentirles cerca, aunque solo sea mediante la oración. Les pido que también, así como me acompañan a mí, acompañen a mi familia, pues si bien una toma decisiones, la familia está detrás siempre.

 



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