Este 8M, fijemos nuestra mirada en María, Nuestra Madre de la Merced, para aprender de ella cómo seguir a Jesús, Nuestro Redentor
Provincia Mercedaria
de Chile

Este 8M, fijemos nuestra mirada en María, Nuestra Madre de la Merced, para aprender de ella cómo seguir a Jesús, Nuestro Redentor

Viernes 08 de Marzo, 2024

 
Este 8 de Marzo, día en que se conmemora a las mujeres, reconociendo su dignidad, sus luchas históricas y su relevancia en la sociedad, nos dejamos iluminar por el ejemplo de Nuestra Madre de la Merced, María Santísima, algunos de cuyos rasgos continúan haciendo de ella modelo a seguir por todas y todos, como seguidores de Jesús.

 

1. Nuestra Madre de la Merced, mujer de fe

 

María, modelo supremo de mujer de fe, nos enseña el poder transformador de confiar en la voluntad de Dios. Desde el momento en que el ángel Gabriel le anunció su misión divina, María respondió con libertad y entrega inquebrantables. La libertad es lo que da disponibilidad, y Nuestra Madre se hizo disponible para amar y servir, haciendo posible la venida del Hijo de Dios, Nuestro Redentor, al mundo. Su fe la llevó a caminar con valentía por senderos desconocidos, enfrentando desafíos con confianza en la Providencia Divina. Como mujer de fe, María nos inspira a confiar en Dios en todo momento, a perseverar en la adversidad y a vivir con la certeza de que, con Él a nuestro lado, nada es imposible.

 

2. Nuestra Madre de la Merced, mujer audaz

 

Nuestra Madre fue una mujer audaz que desafió convenciones y aceptó con valentía el llamado divino. Esta audacia se manifestó en su disposición para abrazar la incertidumbre aferrándose a la Palabra que Dios le dirigió por medio del ángel, en su viaje a Belén embarazada y en su valiente presencia al pie de la Cruz de Nuestro Redentor. Fue audaz también al aventurarse, una vez recibido el llamado de Dios, a casa de su prima Santa Isabel, atravesando territorios peligrosos y solitarios. Su ejemplo nos insta a enfrentar los desafíos con coraje y determinación. Como Ella, podemos atrevernos a ser diferentes, a desafiar las estructuras de opresión que generan nuevos cautivos hoy, y a seguir nuestros principios con convicción, con la libertad de amar y servir a quienes sufren. En su audacia encontramos inspiración para abrazar el Evangelio y el esfuerzo por la redención de los cautivos de hoy con renovada pasión y entrega.

 

3. Nuestra Madre de la Merced, mujer atenta a la necesidad de los demás

 

Nuestra Madre, mujer de corazón compasivo, no solo cuidaba de su familia, sino que también extendía su atención a los más necesitados. Desde las bodas de Caná hasta la presencia junto a los discípulos en Pentecostés, estuvo siempre atenta a las necesidades de los demás. Su ejemplo nos desafía a ser sensibles al sufrimiento de nuestros semejantes y a responder con amor y compasión. En un mundo lleno de necesidades, en el que surgen nuevas cautividades que ponen en riesgo la fe de nuestros hermanos y hermanas, sigamos el ejemplo de María, extendiendo nuestra mano y nuestro corazón para aliviar el dolor y brindar esperanza a aquellos que más lo necesitan.

 

4. Nuestra Madre de la Merced, mujer del buen trato y el cuidado

 

En la figura de María, vemos un modelo de compasión y ternura. Su vida está marcada por un trato amoroso hacia todos, reflejando un cuidado genuino por el bienestar de los demás. Así, se constituye en claro ejemplo de una vida marcada por una ética del cuidado, fundamento de las relaciones sanas y enriquecedoras en nuestras comunidades, y fuente del buen trato mutuo que ha de caracterizar a los discípulos de Jesús, Nuestro Redentor. Desde su papel como Madre de Jesús hasta su presencia junto a los discípulos en los momentos más difíciles, María muestra una disposición constante para escuchar, consolar y acompañar. En ella encontramos la inspiración para cultivar relaciones basadas en el respeto, la amabilidad y la atención a las necesidades de quienes nos rodean. Que su ejemplo nos guíe hacia un trato más humano y compasivo en nuestras interacciones diarias, sobre todo en nuestras comunidades, para que los demás, al ver nuestra forma de proceder, puedan exclamar, como antiguamente se hacía al ver a los cristianos: “¡Miren cómo se aman!”

 

Fuente: Secretaría Pastoral Mercedaria.



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