El 13 de octubre marca un aniversario más de la partida de la Venerable Isabel Lete Landa, una mercedaria de la caridad cuyo testimonio sigue inspirando a la Iglesia y a la Orden de la Merced. Nacida el 7 de septiembre de 1913 en Vergara, Guipuzcoa, Isabel quedó huérfana a una temprana edad, siendo acogida por sus familiares en Azpeitia. Fue allí donde conoció a las Mercedarias de la Caridad, ingresando al noviciado en Zumárraga el 7 de junio de 1929 y profesando sus votos el 2 de enero de 1931, tomando el nombre de María Isabel de Jesús.
Su vida religiosa estuvo marcada por una profunda entrega al servicio de los más necesitados, especialmente durante la Guerra Civil Española, cuando trabajó como enfermera en Eibar atendiendo a enfermos tuberculosos. Su dedicación fue tan intensa que contrajo la enfermedad, entregando su vida a Cristo el 13 de octubre de 1941, a los 28 años. Aunque su cuerpo se vio afectado por la tuberculosis, su belleza interior se fortaleció, irradiando amor y servicio.
Desde 1972, sus restos descansan en la iglesia del convento de Zumárraga, y el 11 de junio de 1986 se abrió su proceso de canonización en San Sebastián. El papa Benedicto XVI la declaró venerable el 26 de junio de 2006, reconociendo la heroicidad de sus virtudes.
De carácter jovial y alegre, Isabel vivió su espiritualidad con sencillez, humildad y pobreza, inspirada en la infancia espiritual de Santa Teresa de Lisieux. Su vida estuvo marcada por dos grandes ideales: la oración por los sacerdotes y la entrega a las misiones. En sus últimos años, ya gravemente enferma, vivió con una paz y alegría profunda, sabiendo que el Señor había aceptado su sacrificio.
Hoy, la Iglesia invita a seguir su ejemplo de amor eucarístico y mariano, pidiendo su intercesión para que, como ella, podamos vivir nuestra vocación con un corazón bondadoso y al servicio de los demás.
