El 1 de junio se celebra la memoria de la Sierva de Dios Teresa de Jesús Bacq, una religiosa cuya vida estuvo marcada por una inquebrantable fe, un amor filial a la Virgen María y un ardiente espíritu misionero.
Teresa de Jesús Bacq, nacida como Isabel Bacq en París el 16 de septiembre de 1825, fue hija de Antonio Bacq y Cristina Acher, ambos luteranos. Su fascinación por el catolicismo comenzó durante sus frecuentes visitas a familiares católicos en Bélgica. A los 14 años, Isabel decidió abrazar la fe católica, recibiendo el bautismo y la primera comunión el 31 de mayo de 1839. Esta conversión no fue un mero acto de fe, sino el inicio de un camino de profunda espiritualidad que la llevaría a consagrarse a Dios.
A los 16 años, Isabel descubrió su vocación religiosa, adoptando el nombre de Teresa de Jesús al ingresar en la comunidad de agustinas de Montrouge. Durante 18 años, su vida en esta comunidad estuvo dedicada a la oración, el servicio y la difusión del privilegio de la Inmaculada Concepción, a la que tenía una especial devoción.
Guiada por monseñor Lavigerie, obispo de Nancy, Teresa dejó la comunidad agustina en 1863 para fundar una nueva congregación con un fuerte impulso misionero. En 1887, fundó la congregación de Hermanas de Nuestra Señora de la Merced, que se integró a la Orden Mercedaria, reflejando su compromiso con la redención y la misericordia.
La vida de Teresa de Jesús Bacq fue una constante búsqueda de la voluntad divina, guiada por su lema "A Jesús por María" (A.J.P.M.). Su devoción a la Virgen Inmaculada se manifestó en su voto de esclavitud a María, y su fe siempre estuvo firmemente anclada en el magisterio de la Iglesia. Este profundo amor y dedicación la llevaron a vivir una existencia marcada por el servicio a los demás y el coraje en la entrega a Dios.
El fallecimiento de Teresa el 1 de junio de 1896 en París no marcó el final de su influencia. La grandeza de su alma y su incansable labor por la fe llevaron al inicio de su proceso de beatificación, cuyo proceso diocesano concluyó el 30 de junio de 1994. Hoy, venerada como Sierva de Dios, su vida sigue siendo una fuente de inspiración para todos los fieles.
La celebración de su vida el 1 de junio no es solo un acto de memoria, sino un llamado a toda nuestra Familia Mercedaria a seguir su ejemplo de fe firme, devoción mariana y servicio incansable. La Sierva de Dios Teresa de Jesús Bacq nos recuerda que, a través del amor y la misericordia, podemos encontrar el verdadero camino hacia Dios.
Oración (La Merced en la liturgia 2023-24)
Señor Jesús, amor misericordioso, que exaltas a los humildes que en Ti confían, y eres el gozo de aquellos que sufren en tu nombre, glorifica a la madre Teresa de Jesús, hija devota de María: ella te ha seguido fielmente en el camino del calvario y te ha servido en los pequeños y en los pobres. Concédenos poder imitarla en la ofrenda de nosotros mismos por tu Reino y otórganos las gracias que por su intercesión te pedimos. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
