LA MERCED EN JULIO CON CRISTO REDENTOR
Provincia Mercedaria
de Chile

LA MERCED EN JULIO CON CRISTO REDENTOR

Lunes 01 de Julio, 2024

 
“...ante sus ojos ha sido presentado Cristo crucificado” (Gal 3, 1)

“...ante sus ojos ha sido presentado Cristo crucificado” (Gal 3, 1). Esta frase de San Pablo en la que resume su comprensión soteriológica sobre el mensaje de Dios en la cruz, obliga a desentrañar lo que en ella se contiene. A saber, que la cruz había sido el escenario elegido por Dios para demostrar su amor extremo a su Hijo retratado en la humanidad. Pues en la cruz Dios restauraría la imagen de su Hijo plasmada en la humanidad, abajándose hasta el extremo, al punto de que, para restituir la pureza de su Hijo proyectada en la criatura, tuvo que desvestir a su propio Hijo de su vida, para con ella remodelarla nuevamente a imagen de él, su modelo original.

 

Despojamiento del Padre por amor a su Hijo reflejado en la humanidad, que a su vez su Hijo repitió con el Padre cuando por amarlo, y para devolverle la felicidad que el pecado le había robado cuando infestó a su criatura, se desvistió voluntariamente de su vida para con ella revitalizar la muerte que consumía a su seca criatura; devolviéndole así al Padre, la alegría de verle en cada prsona renovada. Fue en este acto de cruz, donde para San Pablo el Padre justifica a la humanidad del pecado a través de la sangre de su Hijo y donde el Hijo se vuelve soberano de la humanidad, de su fin y de su juicio último. Fue en el escenario de la cruz en el que según el evangelista San Juan, el Padre y el Hijo se evidenciaron amor mutuo, rescatando de la miseria del pecado a la humanidad creada por el Padre para contemplar en ella a su Hijo y donde a su vez el Hijo, mediante su acto liberador, congraciaba a su Padre.

 

Amor mutuo que pasaría de ser kenótico, es decir, meramente abnegado por amor, a ser según el evangelista Juan, identidad y esencia del verdadero amor. Pues como transmitirá San Pablo en sus cartas, la kénosis, el abajamiento y la humildad, son la fuente de identificación con Dios y con su Hijo, es decir, la ética del cristiano. Ética por la que el que ama a Dios deberá distinguirse, al punto de que ya no sea él el que viva sino Cristo el que viva en él. Clave social por la que deba regirse la justicia, en términos de como Mateo la entendió: dando no lo que corresponde, sino dando de más. O bien, como San Juan predicará en sintonía con San Pablo y Mateo, una kénosis característica de la inhabitación del Espíritu Santo. Inhabitación del espíritu de Cristo que denotará la verdadera fe y el verdadero culto a Dios, en cuanto que no se reduzca la fe a creencias meramente mentales expresadas en credos y rezos, sino que se extienda a la identificación práctica con el Padre y el Hijo, imitando su sacrificio por el cual enriquecer la pobreza de los amados.

 

E aquí donde la teología del Redentor es esencia del mercedario. El verdadero mercedario es aquel que se identifica con el Padre y el Hijo y por amor a ellos se les asemeja en espíritu de amor expresado en sacrificio, al punto de como ruega el cuarto voto: estar alegremente dispuestos a dar la vida. Serán estas dos notas las que evidenciará el verdadero mercedario: amor y sacrificio. Binomio que son un solo precepto, resumiendo a San Pablo, Mateo y Juan: no hay amor más grande que el de dar la vida por los amigos. Es decir, amor es sacrificio, doanción voluntaria por el otro, a fin de enriquecerlo con mi riqueza. Amor maduro como expresa San Juan. Pues entre tantas formas de amar, la máxima de ellas, la más madura, es la de la kénosis, la autodonación. Y ciertamente, ya que el amor infantil es romántico e ilusorio, fantástico; el juvenil es apasionado, posesivo y celoso; el adulto es corresponsable, recíproco y agradecido con lo recibido; pero el amor maduro es gratuito, fiel, incondicional. Como dice San Pablo: cree sin límites y espera sin límites. Al amor maduro no le ilusiona ser recompensado como el niño cuando da, ni ser exclusivo como el joven enamorado y posesivo, ni siquiera espera ser reparado o correspondido por el amado. El amor maduro es meramente gratuito, incondicional, sacrificado, desinteresado.

 

El mercedario está llamado a ser maduro en el amor, a estar satisfecho y lleno de la gracia, a no esperar, no poseer, ni ser pagado o recompensado, sino solo a ser sujeto de la inhabitación del Espíritu Redentor de Cristo en él, que se complazca en amar y solo amar, demostrándolo con su autodonación con los solos fines de agradar a Dios y enriquecer al hermano. ¡Y puesto que nadie gana a Dios en generosidad, la recompensa le vendrá por añadidura!

 

 

Fuente: La Merced en la liturgia 2023-24



Provincia Mercedaria de Chile
Curia Provincial
Dirección: Mac - Iver #341, Santiago Centro
Teléfonos: 2639 5684 / 2632 4132