El Tiempo Ordinario, lejos de ser un periodo de menor relevancia litúrgica, nos sumerge progresivamente en el misterio de la Redención. A través de la escucha constante del Evangelio, la Iglesia nos conduce a seguir la vida cotidiana de Jesús, descubriendo su amor redentor en cada acontecimiento. En el marco del Jubileo de la Esperanza convocado por el Papa Francisco, la Orden de la Merced nos anima a vivir este tiempo con un corazón abierto a la gracia liberadora de Dios.
Este tiempo litúrgico es una invitación a contemplar a Cristo en su madurez, entregado plenamente a la misión que le confió el Padre: liberar a los cautivos del pecado y del sufrimiento. En su caminar, Jesús nos muestra el camino de la entrega generosa, el crecimiento espiritual y el compromiso con los más necesitados. La espiritualidad mercedaria encuentra en este tiempo una ocasión propicia para renovar su compromiso redentor, acompañando a quienes buscan esperanza en medio de las dificultades.
Crecimiento y madurez en la fe son los frutos que se nos proponen durante las 34 semanas de este tiempo litúrgico. Cada día es una oportunidad para ejercitar las virtudes cristianas, santificar nuestras tareas cotidianas y vivir la esperanza que nos sostiene en el camino. Como enseña la Merced, la redención es un proceso que abarca toda la vida y se hace tangible en el amor concreto al prójimo.
En palabras de san Pablo en Hechos de los Apóstoles: "En Dios vivimos, nos movemos y existimos". Dios está presente en cada momento, y el Tiempo Ordinario es una invitación a descubrirlo en la sencillez de la vida diaria. Con los ojos de la fe, seremos testigos de su acción redentora en nuestras relaciones, esfuerzos y dificultades.
Que el Espíritu Santo nos impulse a aprovechar este tiempo con fervor, fortaleciendo nuestra esperanza y uniéndonos a la misión redentora de la Iglesia. La Orden de la Merced, en este Jubileo de la Esperanza, nos recuerda que cada instante de nuestra vida es una oportunidad para ser testigos del amor liberador de Cristo en nuestro mundo.
Bajo el amparo de Nuestra Madre de la Merced, modelo de entrega y servicio, confiamos nuestro caminar en este Tiempo Ordinario. Que su intercesión maternal nos ayude a crecer en el amor redentor de su Hijo y a vivir con generosidad la vocación a la que hemos sido llamados.
Fuente: Secretaría Pastoral Provincia Mercedaria de Chile
