DOMINGO 14° del Tiempo Ordinario
Textos
Zac 9, 9-10 Se acerca tu rey, justo y victorioso, humilde
Salmo 144 Te ensalzaré, mi rey y Dios mío
Rom 8, 9. 11-13 El Espíritu de Dios habita en vosotros
Mt 11, 25 – 30 Aprended de mí, que soy sencillo y humilde de corazón
El miércoles 9 de Julio los mercedarios y mercedarias del mundo celebramos la Fiesta de Cristo Redentor, una fiesta muy querida por la Orden de la Merced ya que de este título cristológico se desprende su carisma y su misión apostólica. El proyecto constitucional de la Merced lo expresa en una apretada y hermosa síntesis cuando dice: “Los mercedarios tenemos como maestro y modelo a Cristo Redentor que con su muerte nos ha liberado de toda esclavitud y estamos dispuestos a seguirlo sacrificando hasta la propia vida en el ejercicio del ministerio redentor” (COM 6). El modo como Jesucristo nos ha liberado es paradojal porque ha significado la entrega de su propia vida, en el madero de la cruz y el derramamiento de su sangre; se ha sacrificado o inmolado libre y voluntariamente con el fin de obtenernos aquella libertad de la que carecíamos por la esclavitud del pecado y la muerte. Este gesto redentor de Cristo es el motivo de fondo, la melodía con que el mercedario interpreta su vida y la pone al servicio de la libertad del hombre oprimido como actitud permanente, como compromiso existencial expresada en el Cuarto Voto de Redención.
Hoy queremos que la Palabra de Dios ilumine nuestro camino bajo esa mirada redentora. que nos ofrece el carisma mercedario vivido por San Pedro Nolasco.
Primera lectura. Se nos proclama un breve texto de uno de los profetas menores. En apenas dos versículos la Palabra de Dios quiere ponernos en sintonía con el misterio de Cristo. El profeta Zacarías anuncia un rey que viene, motivo de alegría y júbilo para Jerusalén, la ciudad davídica. Nos ofrece unas características del futuro rey anunciado: es justo, victorioso y humilde, cabalgando un burro. El Nuevo Testamento va a ver en este Mesías humilde a Jesús, cuyo poder o victoria no está determinado por su ejército ni por sus guerreros. Será un rey de paz, aspecto constitutivo esencial, único bien que hace florecer la vida en la tierra. “Proclamará la paz a las naciones” nos dice el profeta y destruirá la fábrica y los instrumento de la guerra. Este aspecto de este rey Mesías va a ser la base del llamado “evangelio de la no violencia”. No un pacifismo neutral sino una construcción dinámica de la paz.
Segunda Lectura. Al decir de muchos entendidos en el estudio de la Biblia el capítulo octavo de la Carta a los Romanos es la más impresionante de las páginas que se hayan escrito. Todo él describe la vida por o según el Espíritu, así con mayúscula porque se trata del Espíritu de Dios, el Espíritu de Cristo, el Espíritu Santo, la tercera Persona de la Santísima Trinidad. Es Cristo que nos regala su Espíritu, fuente de un nuevo dinamismo o poder que es opuesto y lucha contra la ley del pecado y de la muerte. “Pero ustedes no están animados por los bajos instintos, sino por el Espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en ustedes”. Es un texto que bien valdría la pena de leerlo detenidamente en la semana. Es el principio de la vida nueva en Cristo según el Espíritu, es la vida del hombre nuevo que nace de su adhesión de fe y amor a Jesucristo. Muerte o vida, pecado o gracia, esclavitud o libertad auténtica son los dilemas de nuestras decisiones en el día a día. El cristiano auténtico no busca un estado de quietud o inmovilismo; su vida es un combate, es una lucha permanente. Pero esto requiere reconocer los dinamismo del hombre natural sin Dios y el dinamismo del Espíritu Santo.
Evangelio. Estamos ante una plegaria breve de Jesús. Su motivo es la reacción espontánea y jubilosa de Jesús ante el resultado de la misión de los apóstoles: los pobres e ignorantes han recibido el anuncio y la realidad del Reino de Dios. Los entendidos y sabios de este mundo no entienden estas cosas, concretamente la sorprendente revelación de Dios a los sencillos de este mundo. Esto significa que la salvación que se nos ofrece no depende de nuestra captación en mayor o menor grado de la Biblia, sino de la capacidad para captar el paso de Dios en la historia y de la disponibilidad para aceptar el llamado de Dios.
Por otra parte, estamos ante una teofanía o manifestación del misterio de Dios comparable al del relato de la transfiguración de Jesús en el monte ante tres testigos Santiago, Pedro y Juan. Se nos transmite en este evangelio de hoy un gozo exultante, fruto de su experiencia de Dios como Padre, infundido por el Espíritu. El texto es una elocuente confesión de fe en labios de Jesús: “Todo me lo ha encomendado mi Padre: nadie conoce al Hijo, sino el Padre; nadie conoce al Padre, sino el Hijo y aquél a quien el Hijo decida revelárselo”. Jesús desvela su misterio más hondo. Estamos ante un momento privilegiado de revelación; Jesús des – vela, quita el velo por unos momentos y se manifiesta traspasado por la luz divina. Nos deja entrever lo más íntimo de su espiritualidad: la predilección del Padre, su sentimiento filial y la misión que Él le ha confiado.
El texto concluye con una invitación: “Vengan a mí, los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré”. Es una oportuna invitación siempre vigente. Hay demasiados motivos para sentirse cansados y agobiados hasta tal punto de llegar a sentirnos enfermos. El cansancio tiene múltiples razones y adquiere variados síntomas. Es una realidad que no podemos soslayar de nuestro asfixiante estilo de vida. Buscamos afanosamente ser aliviados con medios y cosas que sólo son paliativos, descansos pasajeros. Sólo Jesús puede realmente aliviar nuestra fatiga.
Parece que Jesús tampoco nos quitará la carga, el peso de la cruz, la dureza del yugo que nos ata a Él y a los demás. Nos dice: “Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy tolerante y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su vida”. Queremos ser felices, anhelamos ser libres, deseamos ser fraternos. Jesús nos dice que todo eso es muy hermoso pero hay que cargar con lo que eso significa. No podemos jugar a ser felices, libres, fraternos, solidarios. Hay que asumir la cuota de renuncia que esto implica para que sea auténtica conquista y no sólo promesa o buenos deseos. Tolerancia y humildad de corazón, todo ello desde el evangelio de la libertad de Cristo, para encontrar descanso también auténtico para nuestras vidas. Normalmente nos llenamos de proclamas y programas pero no estamos dispuestos a asumir la responsabilidad ineludible de la conversión del corazón. Con Cristo es posible, no sin Él.
Que el Señor les bendiga. Fr. Carlos A. Espinoza Ibacache, O. de M.