Después de presidir la celebración de la Santa Misa de Pascua, en una plaza de San Pedro repleta de peregrinos y decorada para la ocasión con flores procedentes de Holanda, el Pontífice recorrió la plaza en papamóvil, prodigando saludos, sonrisas y bendiciones a los numerosos presentes, llegados a la plaza no obstante la lluvia.
En su Mensaje Pascual ‘a la ciudad de Roma y al mundo’, el Obispo de Roma explicó que la humildad - y por consiguiente la humillación - es el camino de la vida y de felicidad indicado por Jesús a todos, con su muerte. Porque “sólo quien se humilla puede ir hacia “las cosas de allá arriba”, hacia Dios - dijo.
Constatando que el mundo de hoy propone imponerse a toda costa, el Papa subrayó que es “por la gracia de Cristo muerto y resucitado”, que los cristianos ‘son el brote de otra humanidad’, en la cual buscamos vivir al servicio, los unos de los otros”. “¡Ésta no es debilidad sino verdadera fuerza!” – enfatizó - “porque quien lleva dentro la fuerza de Dios, su amor y su justicia no necesita usar la violencia, sino que habla y actúa con la fuerza de la verdad”. Por ello, Francisco invitó a implorar del Señor resucitado “la gracia de no ceder al orgullo que alimenta la violencia y las guerras sino tener el coraje humilde del perdón y de la paz”.
“Pidamos a Jesús victorioso para que alivie los sufrimientos de tantos hermanos nuestros perseguidos a causa de su nombre, como también de todos aquellos que padecen injustamente las consecuencias de los conflictos y de las violencias en curso”, rezó el Papa. Y pidió “paz” en primer lugar, para Siria e Iraq, para que se restablezca la buena convivencia “en estos amados países”, haciendo un llamamiento a la comunidad internacional para que “no se quede inerte de frente a la inmensa tragedia humanitaria” en estos dos países y ante “el drama de los números refugiados”.
Paz pidió Francisco también para Tierra Santa, Libia, Yemen, Nigeria, Sudán, la República Democrática del Congo, Ucrania, e invitó a elevar una oración incesante por quienes han perdido la vida, con un pensamiento especial por los jóvenes asesinados el pasado jueves en la universidad de Garissa, en Kenia, sin olvidar a los secuestrados y a quienes han debido abandonar la propia casa y afectos. El Obispo de Roma encomendó también con esperanza el acuerdo alcanzado en Lausana, en espera de que “sea un paso definitivo para un mundo más seguro y fraterno”.
Paz y libertad pidió el Papa para quienes sufren nuevas y viejas formas de esclavitud, para los emarginados, encarcelados, sin olvidar a los pobres y a los migrantes, enfermos y sufrientes, niños, en especial para los que sufren violencia, a quienes sufren el luto. Para que a ellos llegue la voz consoladora del Señor: “¡La paz está con ustedes! No teman, he resucitado y estaré siempre con ustedes”. E impartió su bendición apostólica.
Finalmente, el Pontífice saludó a todos los presentes deseándoles Feliz Pascua y, extendiendo sus saludos a quienes han seguido la celebración a través de los medios de comunicación, el Papa los alentó a llevar a las propias casas el alegre anuncio de que ¡el Señor de la vida ha resucitado, llevando consigo amor, justicia, respeto y perdón!
Agradeció a todos por su presencia, por su oración y por el entusiasmo de su fe y no olvidó agradecer por las flores, llegadas también este año de Holanda.
Fuente: www.news.va