El 11 de abril de 2015, el papa Francisco, a través de la bula Misericordiae Vultus, convocó al Año Santo de la Misericordia, un tiempo especial de gracia para la Iglesia Universal y para toda la sociedad. Este año jubilar comienza el 8 de diciembre de este año y culminará el 20 de noviembre de 2016. El inicio estará marcado por la apertura de la Puerta Santa en las basílicas mayores de Roma: San Pedro, San Juan de Letrán, Santa María la Mayor, y San Pablo Extramuros y en todas las iglesias catedrales del mundo, como signo de apertura al amor y misericordia de Dios.
¿Qué es el Año Santo Jubilar?
Es un tiempo de gracia para experimentar con alegría la misericordia de Dios en nuestras vidas e irradiarla en nuestro entorno. Dice el Papa: “es mi deseo que el Jubileo sea experiencia viva de la cercanía del Padre, como si se quisiese tocar con la mano su ternura, para que se fortalezca la fe de cada creyente y, así, el testimonio sea cada vez más eficaz”1. Es una invitación a vivir la Misericordia siguiendo el ejemplo del Padre; que pide no juzgar ni condenar, y amar sin medida.
Descripción del Logo
El logo y el lema ofrecen juntos una buena síntesis del Año jubilar. Con el lema Misericordiosos como el Padre (tomado del Evangelio de Lucas, 6,36) se propone vivir la misericordia siguiendo el ejemplo del Padre, que pide no juzgar y no condenar, sino perdonar y amar sin medida (cfr. Lc 6,37-38). El logo – obra del jesuita Marko I. Rupnik – se presenta como un pequeño compendio teológico de la misericordia. Muestra, en efecto, al Hijo que carga sobre sus hombros al hombre extraviado, recuperando así una imagen muy apreciada en la Iglesia antigua, porque indicaba el amor de Cristo que lleva a término el misterio de su encarnación con la redención. El dibujo se ha realizado de manera que se destaque el Buen Pastor que toca en profundidad la carne del hombre, y lo hace con un amor capaz de cambiarle la vida. Además, es inevitable notar un detalle particular: el Buen Pastor con extrema misericordia carga sobre sí la humanidad, pero sus ojos se confunden con los del hombre. Cristo ve con el ojo de Adán y este lo hace con el ojo de Cristo. Así, cada hombre descubre en Cristo, nuevo Adán, la propia humanidad y el futuro que lo espera, contemplando en su mirada el amor del Padre.
La escena se coloca dentro la mandorla que es también una figura importante en la iconografía antigua y medieval por cuanto evoca la copresencia de las dos naturaleza, divina y humana, en Cristo. Los tres óvalos concéntricos, de color progresivamente más claro hacia el externo, sugieren el movimiento de Cristo que saca al hombre fuera de la noche del pecado y de la muerte. Por otra parte, la profundidad del color más oscuro sugiere también el carácter inescrutable del amor del Padre que todo lo perdona.
“Misericordioso como el Padre”.
“Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre”. Contemplándolo nos damos cuenta que su misericordia no sólo se expresa en el perdón de los pecados sino en su cercanía amorosa a toda persona sufriente a causa de la enfermedad, el hambre, la discriminación, la pobreza, el desprecio y la exclusión.
Nuestra Iglesia está llamada a ser signo vivo de este Cristo Misericordioso y un instrumento dócil en sus manos. Por eso el Papa Francisco afirma que “la misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia” y su ejercicio nos da credibilidad ante el mundo que queremos evangelizar.
De ahí su apremiante llamada: “Abramos nuestros ojos para mirar las miserias del mundo, las heridas de tantos hermanos y hermanas privados de dignidad, y sintámonos provocados a escuchar su grito de auxilio. Nuestras manos estrechen sus manos, y acerquémoslos a nosotros para que sientan el calor de nuestra presencia, de nuestra amistad y de la fraternidad. Que su grito se vuelva el nuestro y juntos podamos romper la barrera de la indiferencia que suele reinar campante para esconder la hipocresía y el egoísmo” (Misericordiae vultus)
Voces Catòlocas realizó este didáctico video que nos permite comprender mejor este tiempo.
Especial Año de la Misericordia Iglesia.cl